Gilberto Treviño, quien es uno de los personajes de la serie Chespirito: Sin Querer Queriendo, producida por Max, en la vida real no existe, es decir, es un personaje ficticio que funciona como antagonista para darle forma al guion de la serie. Sin embargo, representa a los directivos reales del Canal 8, una televisora que sí existió y que fue clave en el ascenso profesional de Roberto Gómez Bolaños.
En la historia narrada en pantalla, Gilberto Treviño aparece como el escéptico director de contenidos de Canal 8, una figura autoritaria y burocrática que inicialmente pone obstáculos al joven comediante. Esta construcción dramática, aunque ficticia, permite representar las tensiones y desafíos que enfrentó Chespirito para consolidarse en la televisión mexicana de finales de los años 60.
¿Cómo nació Canal 8 y quiénes eran sus directivos en la vida real?
Canal 8, oficialmente conocido como Televisión Independiente de México (TIM), fue fundado en 1965 por empresarios del norte del país, especialmente de Monterrey, como una alternativa a Telesistema Mexicano (futura Televisa), que dominaba el panorama televisivo en la capital.
TIM operaba desde el canal 8 de televisión abierta y buscaba diferenciarse con una programación más moderna, crítica y menos centralizada. Su principal impulsor fue el empresario regiomontano Rómulo O’Farrill Jr., junto con otros socios como Eugenio Garza Sada y Bernardo Garza Sada, aunque su operación en Ciudad de México estuvo a cargo de directores como Sergio Peña, Joaquín Díez-Canedo y ejecutivos de alto nivel en producción y programación.
Estos ejecutivos, en conjunto, son representados en la bioserie a través del personaje ficticio de Gilberto Treviño, quien encarna a la figura del burócrata de televisión tradicional que no termina de confiar en el talento emergente de Gómez Bolaños.
¿Cuál es la relación de Gilberto Treviño y Chespirito?
En la bioserie, Gilberto Treviño es retratado como el director de contenidos de Canal 8, el hombre que tiene en sus manos la decisión de dar luz verde a los proyectos televisivos. Cuando Roberto intenta acercarse a la televisión, debe ingeniárselas para conseguir una entrevista con él, lo que añade tensión dramática a su ingreso al medio.
Sin embargo, en la vida real las cosas fueron distintas. Roberto Gómez Bolaños no tuvo que rogar por una oportunidad ni colarse en oficinas. Según sus memorias y diversas entrevistas, fue el ejecutivo Sergio Peña, a quien Chespirito consideraba su “ángel protector”, quien lo invitó directamente a colaborar con Canal 8. Le ofreció un segmento de 10 minutos para que hiciera lo que quisiera creativamente, lo que más tarde daría origen a Los Supergenios de la Mesa Cuadrada y el inicio de su éxito televisivo.
Por tanto, el señor Treviño en Chespirito cumple una función narrativa: representar los obstáculos institucionales de la industria televisiva, pero no se corresponde con una persona específica. Más bien, sintetiza a los ejecutivos tradicionales que preferían figuras ya establecidas antes de apostar por talentos nuevos.
¿Tuvo Gustavo Díaz Ordaz influencia en el ingreso de Chespirito a la televisión?
Uno de los datos poco conocidos sobre la historia de Roberto Gómez Bolaños es que tenía un parentesco lejano con el entonces presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz. Aunque el vínculo no fue cercano, algunas versiones apuntan a que Díaz Ordaz pudo haber facilitado, de manera indirecta, el acercamiento de Chespirito con las cúpulas de poder, incluida la televisión.
Durante el sexenio de Díaz Ordaz (1964–1970), el Estado mantenía una vigilancia cercana sobre los medios de comunicación, y muchos de los proyectos televisivos de la época requerían al menos la no oposición del régimen. Si bien no existen documentos que comprueben un apoyo directo del presidente a su “sobrino lejano”, es probable que este parentesco le haya abierto algunas puertas o al menos eliminado obstáculos políticos.
Lo cierto es que Canal 8 fue fundado durante el mandato de Díaz Ordaz, y operaba en un contexto político en el que las relaciones con el gobierno eran estratégicas para cualquier televisora.
Conclusión
El personaje de Gilberto Treviño en Chespirito es una figura ficticia, pero simbólica. Aunque Treviño Chespirito no representa a una persona real, sí refleja el tipo de autoridad institucional que Roberto Gómez Bolaños tuvo que enfrentar —y eventualmente superar— en su ascenso dentro de la televisión mexicana.
Treviño es, en esencia, la personificación del escepticismo hacia los nuevos talentos, de la burocracia en los medios, y del conflicto creativo entre generaciones. Pero en la vida real, Chespirito no necesitó convencerlo, porque su talento habló por sí solo y fue reconocido rápidamente por quienes sí existieron, como Sergio Peña, y posiblemente impulsado por su contexto familiar y político.
Hoy, el personaje del señor Treviño es útil para narrar la historia con dramatismo, pero también para entender cómo funcionaba el sistema televisivo en México en los años 60: lleno de filtros, jerarquías, y puertas cerradas… que el joven Chespirito supo abrir con inteligencia, constancia y un humor que terminaría conquistando a toda América Latina.
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